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Los hábitos han cambiado. La sociedad en su conjunto ha transformado su idiosincrasia a una velocidad nunca antes vista desde la última mitad del siglo pasado. La llegada del internet abrió la puerta a una masificación del desarrollo tecnológico.
La hiperconectividad es un ejemplo de estas metamorfosis que la tecnología ha propiciado en la humanidad, con individuos que interactúan cada vez más con los dispositivos y pasan más horas que nunca frente a las pantallas. Hoy en día casi todo puede hacerse desde la palma de la mano, y los emprendimientos y empresas deben amoldarse a esta actualidad.
Pretender que un modelo de negocios del siglo pasado siga siendo vigente hoy en día, es desconocer o negarse a ver la realidad. Más que nunca, las organizaciones deben adaptarse a este dinámico mercado o no podrán sobrevivir a una competencia feroz.
Uno de esos rubros que ha dejado de convertirse en una amenaza real para ser un competidor despiadado para el sector del retail es el e-commerce. Cada día se oyen noticias que comentan el crecimiento imparable de Amazon, como por ejemplo esta semana, que se supo que, en Estados Unidos, Amazon, nave insignia del comercio electrónico, ha superado en ventas a Walmart, el máximo ícono del retail.
Esto, el competir contra un rival que ofrece precios más accesibles, una gama de productos interminable y la comodidad de poder comprar desde la casa, genera un gran interrogante a los comerciantes de retail. ¿Es el comercio minorista un rubro destinado a un final inevitable? Sin ánimos de hacer futurología, ese escenario parece poco probable.
Los especialistas hacen hincapié en que la clave de esta pelea para los negocios tradicionales está en enfocarse en el gran diferencial del comercio de barrio frente a los colosos del e-commerce: la experiencia de la compra que se le ofrece al cliente en un local, a diferencia de la venta electrónica.
Nadie puede negar que comprar una camiseta en una tienda de barrio es ampliamente superior a hacerlo por internet. La posibilidad de tocar el material, ver en persona los colores y hasta de probarse esa prenda y ver cómo se amolda a nuestro cuerpo. Es infinitamente mejor a hacerlo por la pantalla de un smartphone, independientemente de la comodidad de comprar sin salir del hogar.
Será responsabilidad de cada gerente el analizar cuál es la mejor manera de mejorar la calidad de la experiencia de compra que se le está ofreciendo al cliente. Cómo mejorarla, cómo adaptarla a la identidad de los compradores modernos, con menos paciencia y más tendencia a buscar agilidad en los procesos.
Enfocarse en lo que nos hace diferentes a la competencia. Y explotar nuestros puntos fuertes es la gran estrategia que ha llevado a la cima a casi todos esos emprendimientos que hoy son grandes empresas. En este caso, el trabajo debe ser de todo el conjunto del retail para resistir el avance del e-commerce. Pero cada negocio deberá aplicarla a su propia realidad.
Escrito por Pablo Ortiz.